Adiós a Nihil Obstat | Hola a The Catalán Analyst





Después de 13 años de escribir en este blog prácticamente sin interrupción, hoy lo doy por clausurado. Esto no quiere decir que me haya jubilado de la red, sino que he pasado el relevo a otro blog que sigue la misma línea de Nihil Obstat. Se trata del blog The Catalán Analyst y de la cuenta de Twitter del mismo nombre: @CatalanAnalyst . Os los recomiendo.



Muchas gracias a todos por haberme seguido con tanta fidelidad durante todos estos años.


viernes, 25 de enero de 2013

Los crímenes republicanos en la guerra civil

Hoy vuelve a ser noticia la guerra civil española. Una guerra de nunca acabar porque entre los que la perdieron aún hay algunos empeñados en ganarla. Hoy, la Audiencia de Barcelona ha ordenado abrir una investigación sobre los bombardeos italianos de Barcelona entre 1937 y 1939.

Esta noticia no es inédita, es un paso más de un proceso político que comenzó a finales de los años noventa-localización de fosas, Memoria Histórica, cascada de películas pro-republicanas, instrucción de Garzón sobre los crímenes del franquismo, etc - que cuestiona la transición. Es decir, que cuestiona la reconciliación; que cuestiona el perdón mutuo de los crímenes que cada uno cometió.

Este proceso político se caracteriza por presentar una guerra de buenos y malos, en blanco y negro, sin ni una sola autocrítica respecto a los crímenes cometidos en la zona republicana.

Esta reflexión me viene sugerida por la lectura de una comunicación a la XXVIII SESIÓN DE ESTUDIOS MATARONENSES presentada por el Doctor en historia Jordi Amat y Teixidó titulada CONSIDERACIONES SOBRE LA VIOLENCIA EN LA RETAGUARDIA DEL MARESME (1936-1939), de la que publico algunos fragmentos.

En esta comunicación, Amat nos recuerda que los republicanos provocaron el triple de víctimas en seis meses que el franquismo en tres años.

"La represión en la retaguardia republicana (o roja) fue netamente superior a la franquista (nacional o fascista). Los primeros asesinaron doscientas cuarenta y seis personas en unos seis meses, los segundos fusilaron ochenta y cinco en dos o tres años. Nótese pues la diferencia, que sería de tres a uno a favor de la represión republicana, expeditiva, caliente, inmediata, sin juicio y sin posibilidad de defensa. Brutal, sin motivos, muchas veces sólo por ser de derechas o ir a misa. Muchos fejocistas -jóvenes de la Federación de Jóvenes Cristianos de Cataluña- pagaron muy cara su condición; recuerdo el caso de un joven de El Masnou, el beato Juan Roig Digle, asesinado sólo con diecinueve años, o Antonio Giménez Mateo, de dieciséis años, asesinado en plena calle de aquella villa.

No se trata, sin embargo, de analizar las cifras para ver si son o no superiores, sino de contemplar la injusticia, la inmensa injusticia del asesinato de tantos inocentes. Considero inocentes todos los sacerdotes y religiosos, aunque hubieran acumulado envidias vía herencias piadosas y beneficios, inocentes los burgueses o los postuladores políticos que por mucho que se hubieran significado siempre lo habían hecho, al menos durante los últimos cinco años, siguiendo las leyes democráticas de la República. Inocentes los jóvenes fejocistas que llevaban en el corazón el espíritu de su fe, pero no hacían ningún daño a nadie. Ninguna de las futuras víctimas era un enemigo potencialmente peligroso, al menos en el 99% de los casos. Desarmados como estaban, atemorizados y fuera de juego económica y políticamente, no representaban ningún peligro para los intereses de los revolucionarios. Entonces, ¿por qué los asesinaron? "

La respuesta oficial es: los incontrolados. Pero Amat la desmonta.
"... También aquí siento ser disidente, afirmo categóricamente que no se puede hablar genéricamente de incontrolados, primero, porque no es verdad y, después, porque hoy sabemos que hubo una auténtica planificación del terror, con método, protagonistas, medios y estrategias:

a) Intercambios de patrullas, los de la población "a" actuaban en la villa «c» y los de la «c» en la zona «a». Tenían cuidado de no hacerse notar en la misma población para no ser reconocidos, una prueba más de la conciencia del delito que estaban cometiendo.
b) Existencia de prisiones locales (ilegales) comprobadas en Premià de Mar, Canet de Mar, Calella o Pineda, por ejemplo. Con turnos de vigilancia, horarios de visita, etc.
c) Reuniones previas para asignar tareas. Coordinación, determinación, confección de hojas de multas, aparición de bandos, de órdenes para dar objetos religiosos particulares de todo tipo, o bien para abatir tal o cual iglesia.
d) Coordinación de detenciones masivas a altas horas de la noche, con listas y direcciones donde ir a buscar las víctimas. Esto tendría lugar en algunas poblaciones, como Calella, Arenys de Mar o Canet de Mar.
e) Existencia de confidentes, denuncias y «falsos amigos».
f) Usos de determinados coches, con conductores previamente seleccionados.
g) Rabia y persistencia en la persecución de víctimas, algunas de heridas y remates (Premià de Mar y Malgrat), otros de vigiladas y remates, a pesar de haberse intentado escapar (caso de Palafolls), asesinato del sepulturero (caso Palafolls ).
h) Demanda de picos y palas para enterrar cadáveres que luego volverían ensangrentados. Caso de Tordera.
i) Conciencia que lo que hacían era normal y no punible, era hacer justicia revolucionaria. Comentario de un conocido escopetas de Tordera cuando lo detuvieron: «No, yo sólo he muerto siete, pero no todos estos otros».
j) Determinación clara del enemigo a abatir, la iglesia, la derecha, pero también sectores antifascistas no domesticables, como el PSUC.
k) Llamadas telefónicas.
l) Controles de carretera.
m) buró (oficinas) de investigación para hacer inventario de las propiedades y los objetos intervenidos. Pillaje y registros en domicilios particulares.
n) Confección de informes de parte de la población.
o) Imposición de multas.
p) Existencia de interrogatorios y de torturas. Asesinatos y simulacros.
q) La brigada del tren. Sacerdotes de Calella y de otras poblaciones fueron obligados a salir el mismo día y coger el mismo tren. Dos milicianos se colocaban en las plataformas del vagón y, al llegar a la estación previamente acordada, se hacían bajar las víctimas camino del sacrificio.
r) Mentiras históricas significativas, como es el caso de mencionar una presunta resistencia a la cartuja de Montalegre.

Era prácticamente imposible que los comités se les escapase nada, así, durante las primeras semanas de la revolución, algunas poblaciones pudieran contar con pequeños ejércitos particulares ".