Adiós a Nihil Obstat | Hola a The Catalán Analyst





Después de 13 años de escribir en este blog prácticamente sin interrupción, hoy lo doy por clausurado. Esto no quiere decir que me haya jubilado de la red, sino que he pasado el relevo a otro blog que sigue la misma línea de Nihil Obstat. Se trata del blog The Catalán Analyst y de la cuenta de Twitter del mismo nombre: @CatalanAnalyst . Os los recomiendo.



Muchas gracias a todos por haberme seguido con tanta fidelidad durante todos estos años.


jueves, 13 de septiembre de 2012

Nunca se ha publicado una cifra de manifestantes que sea cierta

Desde la primera gran manifestación de la transición en Barcelona, la de la Diada de 1977, hasta la del pasado 11 de septiembre, pasando por manifestaciones contra ETA (asesinatos de Lluch o Blanco) o contra la guerra de Irak, nunca se ha publicado una cifra de participantes que sea cierta.

En esta gran mentira informativa que dura casi 35 años participan todos -instituciones, partidos, sindicatos, entidades ...- y, de manera especialmente vergonzosa, la prensa. Toda la prensa de Cataluña, tanto pública como privada.

En todos estos años, sólo ha habido un par de intentos de publicar la verdad. El primero, por parte del colectivo CONTRASTANT, que en paz descanse. Y el segundo y útimo, por parte de la efímera empresa Lynce.

Todas las mediciones de estas empresas indicaban inequívocamente que el techo de participantes en una manifestación en Barcelona se sitúa en torno al cuarto de millón de personas. Sin embargo, las cifras publicadas de particpación en las sucesivas manifestaciones han ido creciendo progresivamente, sin que se tenga constancia de que las calles se hayan ampliado en la misma proporción.

Este hecho ha creado una dinámica infernal en la que cada vez las cifras son más astronómicas. Si cuando eran 150.000 dijimos que había un millón, cuando son 250.000 debemos decir forzosamente que hay entre un millón y medio y dos. Y todos tan anchos.

El número de participantes en una manifestación no es una percepción subjetiva, es una cifra concreta. Y hay maneras de calcularla con una gran aproximación. Pero la verdad no parece interesar a nadie.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

300.000 manifestantes como mucho

La manifestación ha terminado. ¿Pero había un millón y medio de personas como afirman sus partidarios? Lo contaremos con datos visuales sacados de TV3 a las 7'30 porque en este momento enseñaron una imagen clave.

La manifestación se concentró a lo largo del Paseo de Gracia desde la Gran Vía hasta los Jardines Salvador Espriu, pero como acudió mucha gente una gran cantidad de personas se fueron situando en las calles Mayor de Gràcia y a ambos lados de la Diagonal, así como en calles adyacentes al Paseo de Gracia. La marcha se inició hacia Pau Claris y Via Laietana y fue siguiendo por el Marqués de l'Argentera hasta la puerta del Parque de la Ciutadella.

Una imagen aérea de TV3 a las 7'30 mostraba como la zona del Llàpis (cruce de la Diagonal con el Paseo de Gracia) ya estaba vacía y que sólo quedaban grupos reducidos. O sea que la gran masa de personas de la zona se había integrado al curso general de la manifestación. Podemos afirmar, pues, que el grueso de los participantes esataban dentro del perímetro oficial de la manifestación, aunque también había gente en las calles adyacentes, pero con menos densidad.

En ese momento, desde la Plaza del Llàpis al Parque de la Ciutadella el recorrido era de 3'2 kilómetros y de 110.000m2, datos que cualquiera puede comprobar con la versión Pro de Google Earth. Este es el espacio en que se movían los manifestantes, metros cuadrados a los que deberíamos descontar árboles, bancos, parterres y espacios ocupados diversos.

Según el diario El País: "En manifestaciones con poca densidad, los expertos y Fuerzas de Seguridad coinciden en que la ocupación es de una persona por cada metro cuadrado. En manifestaciones con mucho densidad es de un máximo de cuatro".

110.000 m2 x 1 pers/m2 = 110.000 manifestantes 
110.000 m2 x 2 pers/m2 = 220.000 manifestantes 
110.000 m2 x 3 pers/m2 = 330.000 manifestantes 
110.000 m2 x 4 pers/m2 = 440.000 manifestantes 

Se debe tener en cuenta que estos resultados suponen una densidad constante a lo largo de la manifestación en el momento analizado, lo que no se produjo, ya que a las 7'30 zonas en colapso se alternaban con otras más tranquilas.

Con estos datos calculo que en el trayecto oficial de la manifestación participaron 275.000 personas (un promedio de ocupación de 2,5 personas por m2). Quedando por aclarar cuántas había fuera del circuito principal.

Si se puede comprobar que estoy equivocado y que la cifra real es de un millón y medio de personas encajadas dentro de 110.000 m2, ciertamente nos encontramos ante un fenómeno notable que el tal Guiness debería hacer constar en su libro para admiración de las futuras generaciones. J.B.

lunes, 10 de septiembre de 2012

Honduras construirá una "ciudad privada"

El gobierno de Honduras ha firmado un acuerdo con inversores extranjeros para la construcción de una "ciudad privada" en su territorio que tendrá sus propias leyes y sistema tributario.

La jurisdicción de Honduras sobre la "ciudad modelo" se limitará prácticamente a la defensa, las relaciones exteriores, la legislación electoral y la emisión de documentos de identidad y pasaporte.

El estatuto constitutivo y las leyes que regirán la ciudad modelo, así como los convenios que firmen, deberán ser ratificados por el gobierno de Honduras, según consta en la reforma Constitucional de 2011, que fue necesaria para allanar el camino al proyecto.

Una vez establecido su marco legal, la ciudad quedará a su aire para gobernar, administrar, firmar tratados, establecer su propia política monetaria, crear órganos de aplicación de la ley tales como tribunales y policía, hacer su presupuesto e incluso "contratar sus propias deudas internos o externos, siempre que sean sin el aval del Estado de Honduras ".

El proyecto está inspirado en la idea de la charter city del economista estadounidense Paul Romer.

jueves, 6 de septiembre de 2012

Imprescindible

Qué significa Israel para mí
Horacio Vázquez-Rial 

A mis veinte años, cuando yo era aún un hombre de la izquierda tradicional, miembro del Partido Comunista, tuvo lugar la Guerra de los Seis Días. Vivía entonces en mi barrio de adolescencia, el barrio judío de Buenos Aires, el Once. La mayoría de mis vecinos y amigos eran judíos, y buena parte de ellos pertenecía a la misma izquierda que yo. Ya por esa época, la fuerza de la propaganda judeófoba era inmensa y las posiciones antiisraelíes venían avaladas, además de por la prensa general, por la Unión Soviética, comprometida con los regímenes feudo-fascistas de los países árabes. Y la Unión Soviética formaba parte del imaginario utópico de mi generación –que no emprendería su tarea crítica hasta la represión de Praga de 1968– y del de la generación precedente, sobre todo en Buenos Aires, donde una mayoría de judíos rusos huidos de los pogromos del imperio granruso habían querido ver en los sucesos de 1917 una respuesta a sus plegarias, ignorando las terribles consecuencias que a veces tienen las plegarias atendidas. Es decir que, por una parte, uno abría los periódicos y se encontraba con un pestilente vómito antisemita, y hablaba con el vecino judío, progresista y deseoso de justicia, y se encontraba con el terrible argumento del antisionismo y de la fidelidad debida a la causa de los pueblos, como si Israel fuese ajeno a ese concepto. Empecé, pues, a discutir lo que aún hoy discuto. Lo curioso es que en los años sesenta, además de con los antisemitas de siempre, me veía obligado a discutirlo con judíos que estaban contra Israel, y no alcanzaba a comprender por qué.

Ellos tenían los mismos conocimientos que yo acerca de la situación, de la creación del Estado, y de la nefasta y soberbia actitud árabe. Poco antes, Les Temps Modernes, la revista que dirigía Sartre, había dedicado un número, el 233 bis, al conflicto árabe-israelí (nadie hablaba de palestinos, sino de árabes), y ese número había sido traducido al castellano en forma de libro. La historia misma de los acontecimientos entre 1917 y 1967 había sido narrada en incontables ocasiones. Pero yo defendía el derecho de Israel a existir y a desarrollarse, y mis amigos, entre los cuales predominaban los judíos de pensamiento avanzado, no. Probablemente haya sido la cuestión israelí uno de los determinantes de mi alejamiento del comunismo, debido en lo esencial al hecho de que la oposición al Estado judío –a su existencia misma– violaba todas las leyes de la racionalidad. Pero, sobre todo, porque violaba todas las normas de la tradición ético-estética de la que yo me sentía heredero, y que daba al progreso un lugar preponderante.

Los kibbutzim a los que se habían ido algunos amigos de infancia eran la realización de una utopía y, a diferencia los sovjoses de la impenetrable URSS –donde algunos afirmaban que se estaba realizando un sueño con la fe del carbonero–, se los podía visitar, y hasta se podía trabajar en ellos sin ser judío.

Aún no había leído yo a Malraux, que me llegaría un par de años más tarde. No conocía pues, aquella sentencia suya que posteriormente sería norma para mi vida: "Todo hombre lúcido y activo es o será fascista si no tiene una lealtad que se lo impida". Pero está claro que esa lealtad, que para Malraux había sido para con la República Española, era en mi caso para con Israel. Y así seguiría siendo. Aunque no en la misma forma a lo largo de los últimos treinta y cinco años.

En ese lapso pasaron muchas cosas. En la Argentina en la que me crié se sucedieron las dictaduras. De hecho, el ciclo militar ya estaba iniciado en 1967: el general Onganía había dado su golpe de estado un año antes de la Guerra de los Seis Días. El interregno teóricamente democrático entre los generales de los años sesenta y los de los setenta fue cubierto por José López Rega y la Triple A. El antisemitismo formó parte de los programas de gobierno desde Onganía en adelante, y se reforzó con Videla y sus sucesores inmediatos, amparados económicamente por una Unión Soviética ya en plena descomposición, que sustituía a los Estados Unidos de Jimmy Carter en el papel de cliente predilecto desde el momento en que el presidente americano ordenó el embargo del comercio con un gobierno que tan abierta y claramente violaba los derechos humanos.

Los judíos fueron perseguidos y exterminados: el número de ciudadanos judíos entre los desaparecidos y los exiliados es brutalmente desproporcionado en relación con su presencia en la sociedad general. Un sistema perverso de leyes fiscales instaurado a partir de 1976 –el beneficio de la exención total de impuestos para los inmigrantes del sudeste asiático, que así competían con todas las ventajas desde el principio– expulsó a los judíos del pequeño comercio. Durante la etapa menemista, con un presidente corrupto y vinculado familiar y políticamente a Siria, tuvieron lugar dos de los mayores atentados antisemitas previos al 11 de setiembre de 2001: la voladura de la embajada de Israel y la de la AMIA (Asociación Mutual Israelita Argentina), con una cantidad de víctimas aún no precisada, y que contaron con la tolerancia culpable del gobierno y de una parte de los jueces, dedicados a obstaculizar cualquier investigación y a poner pegas de toda clase al dignísimo magistrado instructor, Juan José Galeano. Mis amigos judíos de la adolescencia que no desaparecieron, ni se exiliaron ni fueron asesinados en atentados volvieron a ser judíos, lo que nunca habían dejado de ser a pesar de sus esfuerzos por ser comunistas, antisionistas y hasta peronistas. Y en ese proceso fueron descubriendo los valores de las sociedades abiertas, cuyo conjunto apenas si relativamente homogéneo llamamos Occidente.

En España, mi otro país, cuya nacionalidad poseía por legado paterno, descompuesto el régimen que tenía por enemigo principal una supuesta conjura judeo-masónica, el gobierno del PSOE estableció relaciones con el Estado de Israel porque no le quedaba más remedio si quería tener una imagen de recibo en la Unión Europea. Medió en ello Bruno Kreisky. Pero Felipe González no dio la talla en ningún momento. La cosa no le gustaba. No fue capaz de ponerse una kipá ante el Muro de los Lamentos y, como debía llevar la cabeza cubierta, acabó disfrazándose con una gorra de taxista. El que en aquel momento hacía las veces de presunto sucesor suyo, Javier Solana, acabó estando a cargo de la política exterior común de la Unión Europea, y ni él ni su delegado en Oriente Medio, el señor Moratinos, ocultaron su simpatía por Arafat, a quien, según propia confesión, le escribían discursos. Ni su simpatía ni su amistad, cosa que al menos González disimuló. Es cuando menos curioso que estas gentes, que asumen la representación de Occidente como dirigentes de la Europa comunitaria, no intenten al menos una explicación coherente de su cerril oposición al único Estado democrático de esa parte del Mediterráneo.

En 1991 sobrevino la Guerra del Golfo. Otra oportunidad para definirse. Y lo hicieron casi todos. Desde la izquierda pacifista, con su pretensión de que nadie se defienda, hasta una España miembro de la OTAN que participó a regañadientes y una Unión Europea que cubrió el expediente formal, tal vez porque sus miembros hegemónicos temían que saliera a la luz lo que finalmente, en 2002, salió: que Alemania y otros socios habían estado armando a Irak. Fue un auténtico despliegue de argucias para hablar contra la guerra sin decir lo que, al día siguiente de la invasión de Kuwait, se evidenció como objetivo central de Sadam Husein y puso de su lado a los palestinos: el arrasamiento de Israel, a cargo de los misiles iraquíes y como parte del gran proyecto panárabe de Bagdad.

La apoteosis, desde luego, fue la destrucción de las Torres Gemelas de Nueva York. Muchas barbaridades se habían oído antes de eso, pero las que se oyeron después fueron piezas destacadas de la antología del disparate. Desde las celebraciones palestinas hasta los comentarios de café acerca de lo mucho que habían hecho los americanos del norte para merecer ese desastre, pasando por las declaraciones de los popes de la izquierda, desde Noam Chomsky hasta Eduardo Galeano. Y se puso de manifiesto algo que ya era sabido por los que queríamos saber de esas cosas: que el antiamericanismo reinante en la Europa de hoy, con hegemonía alemana y simpatías proárabes, es una de las formas que adquiere el antisemitismo de siempre. En síntesis, lo que venían a decir las luminarias del pensamiento político no político era que ellos no tenían nada contra los judíos, pero sí contra el sionismo y contra el imperialismo que lo alienta y lo protege. Y sionistas somos todos los que creemos que Israel tiene derecho a existir, y proimperialistas todos los que consideramos que, hasta la fecha, Occidente, con todas sus lacras y sus miserias, representa el nivel de convivencia más alto alcanzado por grupo humano alguno a lo largo de la historia.

Lo que fui aprendiendo por el camino, desde la Guerra de los Seis Días hasta aquí, Malraux mediante, experiencia política mediante, es que este sistema, el pacto que denominamos democracia y el pacto que denominamos Estado como marco de garantías, merece ser defendido contra todas las alternativas concebidas hasta hoy. Que al cabo del tiempo vaya a ser superado es ley de la historia. Pero la idea de que alguno de los regímenes hoy existentes en otras partes del planeta esté llamado a encarnar esa superación pertenece al campo de las perversiones ideológicas, alimentadas por gurúes en nómina del poder. Nadie en su sano juicio puede decir hoy que es mejor la vida en Arabia Saudí, en China o en Cuba que en los odiados Estados Unidos o en la culposa y culpable Europa. Y nadie en su sana moral puede decir que la pervivencia de esos regímenes sea un derecho de los pueblos que los padecen y que, por emplear el término staliniano aún en boga, no se autodeterminan.

Pero Occidente, la suma de los países que viven en el marco de un Estado democrático, la suma de las sociedades abiertas, dista mucho de ser un todo coherente. Europa hizo a lo largo de todo un siglo denodados esfuerzos por apartarse de esa corriente general: el nazismo y el comunismo fueron ante todo grandes movimientos antioccidentales, en los cuales el elemento antidemocrático era sólo una muestra más de deseo de acabar con una cultura y con un estilo de convivencia definido a principios del siglo XX. Se necesitó la intervención de los Estados Unidos en dos guerras mundiales para poner el continente en el camino de las sociedades abiertas, y aun así, los coqueteos germánicos con el mundo islámico, que durante las dos contiendas fueron concretas alianzas, representan un riesgo constante de desvío. La América hispánica, la parte más pobre de Occidente, ha sido y es el escenario propicio para los populismos autoritarios, en general germanófilos, antiamericanos y antisemitas, desde el manifiesto doctrinal de Lugones hasta Hugo Chávez, quien además simpatiza con el islam.

Puesto que hasta los Estados Unidos, potencia paradigmática de un way of life, lo han puesto en peligro en más de una ocasión con apuestas equívocas en su política exterior, visto que Europa e Hispanoamérica han generado una amplia variedad de sistemas de poder enemigos de la convivencia democrática, sólo el resto de Occidente, es decir, Israel, ha venido realizando sin fisuras desde su nacimiento, hace medio siglo, y pese a estar en pie de guerra durante todo ese tiempo, los ideales democráticos occidentales de convivencia y de gobierno. Imagino que no en vano es un Estado en el que, en términos demográficos, predominan los ciudadanos que alguna vez han sido perseguidos por el nazismo, el fascismo, el comunismo, las dictaduras del sur de América y otros freaks de lo que, a falta de un nombre mejor, seguimos llamando pensamiento político. El único Estado, además, en que impera la noción republicana de "un hombre, un voto", con todas las complejidades y complicaciones a que ello da lugar. El pueblo judío, por otra parte, corresponde apuntarlo, es el único que, desde David y los Macabeos hasta 1948, carece de historia militar.

En estos días difíciles de la historia de Occidente, en los que una vez más –la cuarta desde 1870, la quinta desde la Santa Alianza– está en peligro el magro marco de garantías de las que habíamos conseguido dotarnos –la ONU, la OTAN, la UE son organizaciones podridas hasta los huesos–, la solidaridad con Israel es, quizá más que nunca antes, el único compromiso válido con la modernidad, con el pensamiento libre y con la estabilidad democrática.

Hace unos años, yo pensaba que, si caía Israel, el resultado inmediato sería un pogromo planetario, con cosacos y SS de todos los colores en una prolongada matanza, ya no industrial, como en los lager, sino artesanal, hasta acabar con el último judío. Ahora sé que no será así, que no cesará con el último judío, sino con el último lector, el último escritor, el último músico, el último científico, el último hablante. Si Israel cae, la sharia se impondrá en el estilo Pol Pot, con la colaboración de los mismos que miraron con simpatía a los jémeres rojos, víctimas del imperialismo y otras majaderías. Si Israel cae, habrá un Reich de mil años, un terrible retorno a las edades oscuras.

Mea culpa de la CIA por los informes erróneos sobre Irak



Este verano, con seis años de retraso, la CIA ha hecho público finalmente el documento de "mea culpa" por los informes erróneos que hizo llegar al presidente George W. Bush sobre las armas de destrucción masiva de Irak.

El documento, que publica en exclusiva Foreign Policy, establece que el Gobierno de Sadam Husein paró sus programas para la fabricación de arsenales químicos tras la primera Guerra del Golfo en 1991.

Los informes previos al conflicto indicaban que era posible que Irak hubiese almacenado al menos 100 toneladas métricas de armas químicas.

En el último año, las autoridades del espionaje, incluyendo el ex director de la CIA George Tenet, admitieron que al menos algunas partes de la evaluación sobre la capacidad bélica de Irak estaban equivocadas.

(via)


miércoles, 5 de septiembre de 2012

¿Cuántos millones de 'segadors' esta vez?

Ya tenemos cerca la manifestación del 11-S, la 'Diada" nacional de Cataluña. Como la prensa del régimen, o sea toda, al día siguiente dirá que han ido unos cuantos millones de personas, aquí os ofrecemos una herramienta clave para saber lo que habrá pasado.

He aquí el recorrido, según lo publica el periódico La Vanguardia:

"La cabecera de la manifestacion se situará a la altura de Paseo de Gracia con Gran Vía, tras recorrer una parte de Gran Vía se desviará por Pau Claris, después avanzará por Vía Laietana subasta Marquès de l'Argentera, y allí recorrerá el último tramo subasta Las Puertas del Parque de la Ciudadela, Donde está el Parlamento catalán. Para no colapsar la marcha en suspensión inicios, la ANC Recomienda a los Asistentes empezar el recorrido por los Jardines Salvador Espriu, en lo alto del Paseo de Gracia".


Los m2 del área del recorrido son 131.951, calculados desde los Jardines Salvador Espriu hasta el Parlamento de Cataluña -en amarillo en la foto- sin descontar árboles, bancos, parterres y espacios ocupados varios, o sea que de hecho son menos m2.

Información sacada del periódico El País:
"En marchas con poca densidad, los Expertos y Fuerzas de Seguridad coinciden en que la ocupación es de una persona por cada metro cuadrado. En manifestaciones con mucha densidad es de un máximo de cuatro".
131.951 m2 * 1 pers/m2 = 131.951 manifestantes
131.951 m2 * 2 pers/m2 = 263.902 manifestantes
131.951 m2 * 3 pers/m2 = 395.853 manifestantes
131.951 m2 * 4 pers/m2 = 527.804 manifestantes

Se debe tener en cuenta que estos resultados suponen una densidad constante a lo largo de la manifestación, esto quiere decir que cuando la cabecera de la manifestación llegue al final (Parlamento de Cataluña) debe haber la misma densidad en el punto de inicio (Jardines de Salvador Espriu), unos 4 kilómetros en total. También se debe tener en cuenta que hay gente fuera del recorrido oficial, pero en densidades menores.

Los organizadores saben que en este espacio no pueden colocar más gente y si no eligen un espacio más formidable, como la Diagonal de arriba a abajo (unos 450.000 m2), es porque tienen una conciencia exacta de su limitada capacidad de movilización.

Con estos datos haré un pronóstico: en el mejor de los casos, aunque es muy improbable, asistiran a la manifestación 250.000 personas (un kilómetro con una densidad media de 3 personas en el recorrido oficial, más otras personas en las calles laterales). FC


martes, 4 de septiembre de 2012

Crucifixión en el Yemen

La actualidad del pensamiento de Tocqueville sobre el socialismo y los socialistas



(Via)

Bis repetita placent (Las cosas repetidas gustan)

(Via)

Los alimentos orgánicos no son más saludables

Hay muchas causas para comprar alimentos orgánicos (o ecológicos en la terminología más frecuente en España), pero sus propiedades saludables no son una de ellas. Esta es la principal conclusión de un metaanálisis (estudio de estudios) que ha hecho un equipo de la Universidad de Stanford (EE UU) en el que han revisado dos centenares de trabajos publicados. Si acaso los autores afirman que los productos cultivados o criados de una manera más natural tienen una menor concentración de pesticidas, aunque los otros también están por debajo de los límites saludables. El trabajo lo publica Annals of Internal Medicine.