Adiós a Nihil Obstat | Hola a The Catalán Analyst





Después de 13 años de escribir en este blog prácticamente sin interrupción, hoy lo doy por clausurado. Esto no quiere decir que me haya jubilado de la red, sino que he pasado el relevo a otro blog que sigue la misma línea de Nihil Obstat. Se trata del blog The Catalán Analyst y de la cuenta de Twitter del mismo nombre: @CatalanAnalyst . Os los recomiendo.



Muchas gracias a todos por haberme seguido con tanta fidelidad durante todos estos años.


jueves, 13 de octubre de 2011

¿Por qué se perdona a Apple lo que no se perdonaba a Nike?

Cuando se supo que Nike o Wall Mart utilizaban mano de obra infantil en algunos países del Tercer Mundo se desató una campaña internacional de denuncia y boicot que no se detuvo hasta que las dos empresas dejaron de contratar niños y niñas. Curiosamente, nunca se ha puesto en marcha una campaña similar contra Apple, que en China también contrata menores por debajo de la edad laboral legal y tolera condiciones de trabajo muy duras que habrían provocado hasta 11 suicidios. Una situación denunciada no por sus competidores ni por las ONGs, sino reconocida por la propia Apple, tanto en un informe de 2010 sobre sus fábricas en China como en el de 2011, donde se constata que la situación se ha agravado.

Al parecer, la vara con la que los pijo-progres miden capitalistas y explotadores no llega al cielo de Steve Jobs. Pero no seré yo quien les aliente a hacerlo. Me basta con evidenciar la incoherencia. Ciertamente el trabajo infantil es un problema grave y una hipoteca para el desarrollo de muchos países, pero la manera de resolverlo no es llamando al boicot de las empresas que lo utilizan, ya que de esta manera lo único que se suele conseguir es empeorar las cosas. Un estudio, realizado dos años después de que Nike y Wall Mart despiden a los niños y niñas menores de edad, constató que aquellos que no habían ido a trabajar a empresas locales, con salarios inferiores y condiciones laborales peores, habían acabado en prostíbulos. No habían ido a la escuela. Y no lo habían hecho por la sencilla razón de que sus familias no podían permitirse el lujo de renunciar a un ingreso imprescindible para su supervivencia.